Lizandro [seudónimo]

Entrevistadas: Lizandro [seudónimo]
Entrevistador: Martin Mowforth
Lugar: Centro de Amigos para la Paz, San José, Costa Rica
Fecha: 11 Julio 2010
Tema: Para ser confirmadas.
Palabras claves: Para ser confirmadas.
Notas: Por favor, nota que Lizandro es un seudónimo.


.

Martin Mowforth (MM): ¿Puede darme su nombre, su nacionalidad y otras circunstancias? Y ¿se puede usar su nombre?

Lizandro: Soy Lizandro de Honduras, me encuentro aquí en San José, Costa Rica, y he venido acá buscando refugio, huyendo de la represión de parte del ejército, la policía y la oligarquía de Honduras, por ser un miembro activo de la resistencia popular en Honduras.

MM: ¿Cuánto tiempo ha pasado aquí?

Lizandro: Tenemos aproximadamente siete meses de estar aquí. Llegamos en enero.

MM: ¿Puede decirme lo que pasó inmediatamente después del golpe de Estado. Primero en su vida y segundo en general en las calles.

Lizandro: Antes del golpe de Estado era una alegría en el pueblo, porque nunca habíamos tenido un presidente que anduviera dentro del pueblo, al principio pensábamos que era uno como los demás presidentes. El señor José Manuel Zelaya, presidente constitucional hasta el momento de Honduras, porque así lo pensamos nosotros los hondureños, por lo menos el 85 por ciento de los hondureños así lo pensamos, y antes del golpe de Estado había una gran alegría en el pueblo y esperábamos ansiosos el 28 de junio de 2009, porque sabíamos que estábamos cambiando para una mejor vida, nos sentíamos felices el saber que íbamos a votar en una cuarta urna para decidir sí o no queríamos que se nos consultara, por supuesto que queremos que se nos consulte todo lo que puede suceder en el país, el país es de los hondureños, no de la oligarquía que toda es extranjera. Seguidamente iba a haber un cambio de la Constitución porque sabemos de expresidentes que se han hecho millonarios a costillas del pueblo, de empresas que se les ha prestado dinero del pueblo y se han declarado en quiebra, de bancos, como la Corporación General de Inversiones,  la administraron extranjeros, entre ellos Flores Facusse, Ferrari, otros extranjeros que se van de la mente en este momento, ellos administraron este banco, lo quebraron, cínicos porque hasta vendieron el edificio del banco, eso nosotros lo recordamos porque todavía seguimos pagando esos dineros.

Llegamos a la votación para votar por una cuarta urna y ese día vino desgraciadamente el golpe de Estado, el cual me he dado cuenta por diputados y gente de confianza aquí en Costa Rica de que cuatro días antes del golpe aquí en Costa Rica ya se sabía que iba a haber un golpe de Estado en Honduras. Entonces creemos que son los mismos. De hecho, expresidentes de Honduras tienen empresas aquí en Costa Rica. José Leonardo Callejas tiene empresas en Costa Rica, en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, en México tiene inversiones, menos en Honduras, en donde se robó todo el dinero que con él anda influyente por todos lados.

Andan gozando con nuestro dinero, con nuestras riquezas de Honduras, no nos gusta, y por eso es la pobreza de Honduras, nosotros no estamos pobres, estamos miserables en Honduras, con tanta riqueza, pero la tienen solo diez familias, y para desgracia son extranjeros todos.

MM: ¿Puede hablarme sobre las protestas en las calles después del golpe y si usted estaba involucrado en las protestas.

Lizandro: Inmediatamente que nos dimos cuenta a las cinco y unos minutos de la mañana que había un golpe de Estado el pueblo fue a las calles a ver qué estaba pasando y nos dimos cuenta que nos habían puesto ya un estado de sitio, que no podíamos estar en las calles, pero el pueblo estuvo en las calles e hizo caso omiso al llamamiento de la tiranía, porque ya era un golpe de Estado militar, oligárquico y en el cual se vio involucrado también el cardenal Rodríguez y Evelio Reyes de los evangélicos que estuvieron y están de acuerdo en que el golpe de Estado era lo mejor que había pasado en Honduras. También el de los derechos humanos, Ramón Custodio, dijo que no sabía de qué manera estaban cayendo muchos muertos en las calles de Honduras de parte de la resistencia popular, porque las balas que tiraban el ejército y la policía eran de goma. Desde ese momento le pusimos a Ramón Custodio el sobrenombre de “bala de goma”. Vimos a los bomberos que no recogían a los muertos, vimos a la Cruz Roja que no recogía a los muertos de las calles, sino que el mismo pueblo y en vez de apoyar al pueblo llevaban armas, bombas lacrimógenas, llevaban presos en las ambulancias, porque hubo un momento en que la policía no daba abasto para llevar tanto preso, tanto herido, o sea, tanto gente, porque un pueblo entero por más soldados que sean nunca nos iban a vencer a nosotros. Nosotros los vencimos a ellos porque los cansamos. Ellos estaban las 24 horas despiertos y nosotros descansábamos, seguíamos y nos turnábamos. Anduvimos en las calles día y noche trabajando para demostrarle al mundo y a la comunidad internacional de que nosotros no estuvimos, estamos ni seguiremos estando de acuerdo con la política que tiene la dictadura en Honduras en este momento.

MM: ¿Y qué ocurre con su trabajo, su empresa en Tegucigalpa?

Lizandro: Yo trabajaba en la imprenta, mi señora en otra empresa. Yo siempre seguí en las manifestaciones, desde el mismo momento que hubo golpe de Estado nunca paré de ir a las calles todos los días para protestar contra el gobierno. Soy miembro activo de la resistencia popular y el 12 de agosto de 2009 fue apresado en el parque central y llevado a la penitenciaría de Támara que está en Tegucigalpa y fue en el momento que hubo un grupo de abogados que se unieron contra el golpe de Estado y fueron quienes litigaron para que nosotros pudiéramos salir. En el momento que me apresaron me tomaron por la fuerza, me golpearon, me torturaron, me encadenaron, me esposaron y luego nos desaparecieron por nueve horas, los entes de derechos humanos no sabían en donde estábamos, ni tampoco nuestras familias. Pero nosotros nos dimos cuenta que estábamos en el Escuadrón Cobra, es un escuadrón en donde se entrenó el 3-16, por oficiales entrenados en la Escuela de las Américas de Estados Unidos. Es un escuadrón especial para tortura, ahí nos torturaron, nos golpearon salvajemente, nos preguntaban que en dónde estaban las armas, que quién nos pagaba, que si nos pagaba Hugo Chávez, Mel Zelaya, que quién nos pagaba. A nosotros nadie nos paga, es algo que nos nace del corazón por el amor a Honduras, por el amor al pueblo de Honduras y vivir en un Estado de leyes, eso es lo que queremos vivir. Ahorita, con este Pepe Lobo no es un Estado de leyes, no hay leyes en Honduras, eso es mentira.

Seguimos y hasta que una abogada del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (Cofadeh), después de ir tres veces al escuadrón Cobra, se topó con el oficial Madrid y le dijo: Oficial, en mi celular tengo una llamada de uno de sus policías que dice que los muchachos están aquí detenidos, si usted no me dice la verdad yo lo voy a comunicar internacionalmente que ustedes los quieren desaparecer. Entonces fue así como reaccionó un poco ese oficial, que es uno de los torturadores ahí y es el jefe, él cedió a que pasara la abogada de Cofadeh y empezó a ver cómo estábamos, después de nueve horas de andarnos buscando y vio que entre los detenidos había heridos, había fracturados, muy golpeados, faltos de oxígeno, bueno, bien mal de estado. Nos habían metido en un carro del ejército, el piso del carro lo dejamos lleno de sangre. Hasta ese momento empezaron a pedir una ambulancia de la Cruz Roja por exigencia de Cofadeh. Llegaron, solo nos vieron, vendaron a unos, luego el oficial Madrid dijo que los dejaran así, dijo que ellos están buenos. A las doce de la noche nos llevaron al Code 7, un puesto de policía que está en Tegucigalpa, por Los Dolores, siempre encadenados y esposados de pies y manos, como criminales, ahí nos volvieron a torturar y nos metieron a unas celdas. Desde las 2 de la tarde que nos llevaron presos, a las 12 de la noche no habíamos tomado agua ni comida y nos daban golpizas cada vez que ellos querían. Nos tenían con hambre y con sed. A las 12 de la noche de ese día, por exigencias de los abogados, en ese momento si teníamos un frente de abogados comandado por el abogado Neftalí, nos presentaron ante un juez. El juez dictaminó que 11 de nosotros íbamos para la Penitenciaría Central. Salimos de la reunión, nos volvieron a meter a las celdas esposados y a las 2:30 a.m. nos condujeron a la Penitenciaría que está situada en Támara, Tegucigalpa, y nos recibió un oficial, a quien no le pudimos ver el nombre, porque siempre se tapaba en donde llevaba el nombre grabado en la camisa, y ahí nos volvieron a torturar otra vez. Llegamos allí a las 3:20 a.m., nos mojaron completamente con baldes de agua, ese oficial mandó a los policías a que trajeran mucho agua y nos bañaron una y otra vez con toda la ropa puesta y los zapatos, y nos golpearon, por un espacio mínimo de 1 hora y 45 minutos. Ellos se reían y nos decían: Mirá, Mel Zelaya está con dos mujeres allá en Nicaragua y vos aquí mirá como te tienen, ya dejá de andar haciendo eso. Yo siempre les dije: No importa, déjenlo a él, él ya no es presidente, pero nosotros vamos a seguir en la lucha. Hablar allí en ese momento era no pensar como ellos y entonces nos seguían golpeando. Desistimos de hablar y solo dejamos que nos golpearan y nos golpearan y nos aventaran agua cada vez que quisiera. Así estuvimos y penetramos a los recintos de la Penitenciaría y hasta el cuarto día tuvimos derecho de darnos un baño, en todo ese tiempo no tuvimos una cama, una sábana, una almohada, tuvimos que dormir en el piso húmedo, ni siquiera en la celda, sino que en los pasillos. Teníamos que pedirles permiso a los demás detenidos para poder dormir en el piso, porque ni siquiera había espacio en el piso para dormir. A mí me tocó dormir en una de las escaleras, ahí sentado. Así estuve todo el tiempo que me mantuvieron preso. Veíamos como entraban los oficiales con policías, a las 11, a las 12, a la 1 de la mañana, a las 2 de la mañana, y nosotros con nervios, a quién se irán a llevar hoy, a quién irán a matar hoy, a quién irán a sacar para torturar. Había una sicosis de miedo, de temor, porque no sabíamos nada de afuera, nos tenían incomunicados, pensábamos que en cualquier momento nos iban a sacar para desaparecernos o torturarnos para sacarnos alguna verdad. Una situación de terror.

MM: ¿Cuánto tiempo pasaste en detención?

Lizandro: Allí pasamos desde el 12 hasta el 20. Fuimos cinco veces a la Corte. Cada vez era igual, esposados y encadenados de los pies y de las manos. Esos momentos eran de terror, de miedo, porque se nos decía que teníamos que ir de 30 a 40 años a prisión y entonces empezamos casi a exigirles a los abogados que interpusieran sus buenos oficios para que nosotros pudiéramos salir. Ellos nos decían: Todo lo que nosotros teníamos es para ganar, pero la oligarquía, la policía y el ejército tienen el poder ahorita y no podemos hacer mucho, pero estamos haciendo todo lo posible para sacarlos. Así siguieron trabajando ellos y nosotros siempre incomunicados. Llegaron a vernos a la Penitenciaría la Comisión de Derechos Humanos, de Brasil, de España, de Canadá, de Estados Unidos, nosotros les contamos todo lo que nos había pasado y lo que nos estaba pasando, ellos tenían conocimiento de nuestra situación. Los que hemos vivido en carne propia la represión de este golpe de Estado esperamos que ellos están trabajando por nosotros y por el pueblo de Honduras.

MM: ¿Su familia todavía está en Honduras?

Lizandro: Sí, están en Tegucigalpa. Pero las personas que están activas en el movimiento del pueblo no tienen derecho a trabajar, no tienen trabajo, no tienen nada. Ellos me están solicitando que los ayude, pero yo no puedo trabajar aquí, el Gobierno de Costa Rica no me permite que yo trabaje. Si no trabajo no vamos a tener de que vivir, no puedo vivir de la mendicidad. Hay personas que me apoyan y así la he ido pasando. No se cómo va a ser en el futuro. Ahorita estamos tramitando documentos, no se sabe, estoy en un país como extranjero en donde tampoco puedo exigir nada, sino a lo que ellos digan.

MM: ¿Todavía está recibiendo las noticias de Honduras, de sus amigos, de su familia, y las noticias de los periódicos también? ¿Qué cree que está pasando?

Lizandro: El pueblo está en las calles todavía a sabiendas de los muchos muertos que ha habido: profesores, maestros, zapateros, albañiles, carpinteros, médicos, abogados, periodistas, y desaparecidos. Como toda oligarquía, todo lo envuelven en drogas, dicen que mueren por ajuste de cuentas. Eso es lo que dije la Policía, porque eso es lo que la oligarquía les dice que diga. Pero no, es parte del movimiento popular y que a ellos no les gusta que el pueblo se manifieste y buscan la forma de callarlo, callar el pensamiento de las personas, a esa gente hay que eliminarla y la eliminan con la muerte.

MM: ¿Podría referirse a la importancia de Cofadeh y de otros organismos parecidos?

Lizandro: Inmediatamente después del golpe de Estado, todos los entes de derechos humanos, como CODEH, TPTRT, Cofadeh, anunciaron que estaban a la disposición del pueblo las 24 horas. Cuando había un detenido, ellos estaban presentes. Se pusieron a disposición para defender al pueblo y nosotros estamos muy agradecidos con ellos, porque denunciaron e inmediatamente que sabían de algo ellos estaban presentes y el pueblo sabe y los ha tomado en cuenta. No es así con el otro traidor, Ramón Custodio, el bala de goma, que se puso a favor de ellos.

Nosotros confiamos en esos organismos, ya vimos cómo trabajan y nos apoyaron, sino hubiera habido más muertos, porque hay muchas personas en todo el país, no solo en Tegucigalpa, sino en San Pedro Sula, en Copán, en La Ceiba, en Progreso, Tela, Trujillo, Colón, La Esperanza Intibucá, Choluteca, que andan en sillas de ruedas, ahí están para la historia, para juzgar a esos militares, como Romeo Vázquez, que algún día ojalá yo pueda verlo morir, para que pague el montón de muertes que ha habido y por el montón de gente lisiada que anda con muletas. Han causado un terror muy grande y tienen que pagarlo, ya me gustaría verlos en Roma pagando sus delitos, a Micheletti, todos esos, esa sería una gran alegría para el pueblo.

FIN