Sobre la criminalización y represión de la protesta social

De los siete países de América Central, Costa Rica disfruta una reputación internacional para el progreso social, armonía ambiental y sostenibilidad mucho en delante de los otros  seis países. De hecho,  se nombra Costa Rica por el Index del Planeta Felíz como el país lo más sosteniblemente felíz en el mundo.[i]De nuestra experiencia, Costa Rica merece muchos aplausos y es lleno de ejemplos de armonía y sostenibilidad muy interesantes; pero no es un país sin problemas y conflictos. Aquí hemos incluido un artículo de opinión corto escrito en el periódico costarricense  Semanario Universidad para ilustrar el hecho que no todos los Ticos comparten esta felíz perspectiva.

By Luis Morice  (Estudiante UCR) Sep 20, 2016

Producido aquí con autorización de Luis Morice

En nuestro país, no existe ejército pero sí una máquina represora en defensa de los intereses de los grandes capitalistas, en defensa de los monopolios y grandes transnacionales. Reprimen al pueblo que dicen “defender” y cumplen al dedillo las órdenes del gobierno dizque “progresista” del PAC, con el fin de amedrentar y silenciar todo tipo de manifestación y movimiento de descontento popular. Es cada vez más frecuente el envilecimiento de la protesta social producto de la intensificación de la política represiva del actual gobierno como una perpleja continuación de las anteriores gestiones, además de algunos medios de “comunicación” que agudizan e intensifican su campaña en contra de esta, que busca satanizar la acción de masas, entre ellas las protestas y las huelgas de diversos movimientos sociales.

Lo que no pueden detener por ningún medio político existente lo buscan hacer a través del ejercicio de la violencia contra el pueblo en la calle, amedrentando el movimiento de masas, intentando dejar un mensaje casi que de una manera autoritaria haciendo ver el derecho a la protesta como un “pecado” para atemorizar a las masas y al pueblo trabajador e infundir dentro de ellas un odio tan profundo y tenaz en contra de esta, en búsqueda de la inevitabilidad para la realización de dicha acción de masas, para evitar la unidad de las fuerzas sociales y silenciar su denuncia, su descontento, su protesta contra lo podrido y lo degenerado que se desprende de las medidas antipopulares y reaccionarias que busca imponer el gobierno “progresista” del “cambio” en santa alianza con los entes financieros mundiales y junto a ellos la burguesía nacional.

Es una legítima vergüenza considerar como un ejemplo formidable de “heroísmo” y un gran logro del aparato represivo del gobierno, o sea los vestidos de azul, el “restablecimiento del orden” o, en otras palabras, la desintegración por medio de la violencia de cualquier movimiento social en lucha; por ejemplo, lo sucedido con los taxistas en su lucha contra Uber, lo sucedido a principios de año con las familias desalojadas de finca Chánguena que protestaban contra una medida de desalojo pero fueron brutalmente reprimidas por la fuerza policial, al igual como sucedió recientemente con los manifestantes animalistas que desarrollaban su protesta por el cierre definitivo de la cárcel (zoológico para quienes así lo consideran) Simón Bolívar o como ocurrió años atrás un 8 de noviembre cuando manifestantes de diversos movimientos políticos y sociales se movilizaron en defensa de la CCSS y que posteriormente fueron garroteados por los efectivos policiales. Por la violencia y nada más que por la violencia les despojaron, les cercenaron su legítimo derecho de expresar mediante los mecanismos de acción de masas su repudio y descontento contra situaciones de injusticia. Ante la represión del gobierno “progresista” y filibustero del PAC, unidad y lucha permanente de la clase obrera y trabajadora.


[i]   El informe del Index del Planeta Felíz, publicado por la Fundación de Nuevo Economía, busca evitar las medidas puramente económicas de alegría y reemplazarlas por un rango de países según la felicidad derivado de la cantidad de recursos ambientales utilizado. La felicidad se calcula por medir el bienestar, la esperanza de la vida y la desigualdad social de un país y dividirlo por su huella ecológico.